Cuenta la historia de una gran y tradicional canción inglesa que un buen día Robin Hood se encontró con un conjunto de piratas de origen francés que acababan de desvalijar un pequeño pero precioso pueblo de la costa británica. El mismo y como buen héroe, los derroto y devolvió así todo el botín a las personas que habían sido saqueadas. Es por eso por lo que los habitantes de la ciudad decidieron cambiar el nombre a la localidad que pasó de llamarse Bay Town a llamarse Robin Hood’s Bay.

Lo gracioso y llamativo de esta historia (de la que muchos piensan que es una cantinela) es que muchos historiadores piensan que el héroe ni siquiera estuvo día alguno por esas tierras ni tampoco cerca de ellas, pero lo que sí es cierto es que Robin Hood’s Bay es un bonito y curiosos pueblo de calles empedradas con un encanto increíble que supera la ficción con una riquísima historia de realidad.

Los vikingos noruegos y daneses fueron los que dataron la primera sentada del pueblecito pesquero en el año 1000 aunque más tarde caería en las manos normandas. Uno de los grandes focos de contrabando de té, ginebra, ron, brandy y tabaco además de uno de los puertos más animados de la zona, así fue durante los siglos siguientes. Es por ello por lo que se dice que debajo de todas sus calles existe una red de túneles y pasadizos que unen unas casas con otras.

Hoy en día esta villa vive prácitcamente de todos los ingresos que dejan los millones de turistas que les visitan día a día. También es cierto que durante toda su historia la principal actividad (legal) ha sido la pesca hasta finales del siglo XIX.